Currilla Vazquez

17 agosto 2009

La Libertad


Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos
traeré a mí mismo.


Juan 12: 32

En el puerto de Nueva York se levanta:
La estatua de la Libertad.
Durante más de cien años, esa majestuosa dama, que
sostiene en alto la antorcha de la libertad, ha
atraído a millones de personas que se sienten ahogar por
el aire sofocante de la tiranía y la opresión.
Ese monumento simboliza:
Libertad.
En el pedestal de la Estatua de la Libertad, están
inscritas estas conmovedoras palabras:

"Dame tus masas cansadas, pobres y apiñadas que
anhelan respirar aire libre:
A los infelices, desechados de tus atestadas costas.
Envía a éstos, a los desamparados, los
azotados por las tempestades:
¡Yo elevo mi lámpara junto a la puerta dorada!"

Un monumento distinto se levanta sobre la historia
ofreciendo libertad espiritual a todo el mundo.
Es la cruz romana donde murió Jesús.
El Hijo de Dios pagó la pena por nuestro pecado.
¿Has oído y respondido a la invitación de la cruz?
Cuando confiamos en Cristo como nuestro Salvador, la
pesada carga de culpa se desprende de nuestras
almas agobiadas por el pecado.
Sólo entonces, somos libres por toda la eternidad.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

Nuestra mayor libertad es:
La libertad del pecado.


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