Currilla Vazquez

09 octubre 2010

Nuestras Oraciones

Suba mi oración delante de ti como el incienso;
Y el don de mis manos como ofrenda de la tarde.

Salmos 141: 2

Que nosotros los seres humanos podamos orar
al Dios todopoderoso y que Él nos preste atención
es un privilegio inestimable.
Tan pronto como alguien pone su vida en regla
con Dios, y recibe el perdón de sus pecados
pasa a ser hijo de Dios por la fe en Jesucristo y
aprende a valorar verdaderamente la oración.
Entonces con toda libertad puede decir a su Dios
y Padre, lo que le ocurre y conmueve.
El creyente sabe que en el trono de gracia
puede obtener misericordia y hallar socorro
en el tiempo oportuno.
¿No hemos preguntado alguna vez, si nuestras
oraciones son un gozo para el corazón del Padre?
Podemos estar totalmente seguros que si serán
agradables a Dios si vienen de un ser humano
Que confía plenamente en Él.


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Habla con Dios.
Él desea saber de ti.


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